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Sunday, September 18, 2011

Endecadentesílabos


Crespo
Salió con el pinocho entre los dedos,
en una foto de la primera hora,
no se sabe si él mentiras aún atora
por salir gongorino a lo Quevedo.
O acaso así a su choncha hada madrina
le evitaba tener cara llorosa
al chillar “síguelo, camina,
vete y pon nariz en polvorosa.
Head & Shoulders debiste haber comprado,
hace meses te lo había recomendado,
que cambia los problemas de la caspa
por un cabello hermoso, ¡gana y raspa!
Adiós querido hombre de las nieves
que tras ser abobinable, crespo eres”.


http://qiibo.com/2011/02/25/fin-a-la-novela-rolando-crespo-positivo-a-cocaina-viideos/





Héctor
Que y que por el aleteo hasta Las Vegas
por  bravo ya creerse más que Aquiles
no Priámida, salió, sino  Martínez
por conspiración, convicto, andariega.
Aquí se abraza a los de Troya muros
chilla y grita, y ahí dice mientras llora:
“¿Podrá Schatzito defenderme ahora,
mi rivera en medio de este río oscuro?
Bendito él más y maldito ya yo menos
no tomé menos, pues aquí estaba Tomás.
Él puede a la botá ponerle freno;
en el Senado no hay quién mande más.
Si así de todo él fuera presidente,
corrupto ya no habría ni delincuente”.

http://www.primerahora.com/hectormartinezyjuanbravoculpables-481013.html





Cenadora
Cuando aún tenía el día menos horas
de lo que había en su plato quesadillas
larga astilla no le hizo ni cosquillas
por ser ella honorable cenadora.
“Debí haber sido, nos confiesa ahora,
traga fuego, traga estacas y machetes,
traga monedas, contratos y billetes
que el circo si más tragas, más te adora.
Pero ya como abundan los curiosos,
que buscan por qué y cómo en mi hazaña,
de guaza les daré buena lazaña
que no se entiende bien con diente ocioso.
Nuestro circo de mármol y sin carpa
magos tiene demás asalariados
que sin abracadabra y tocar harpa
del sombrero sacan desempleados.
Son así todos sólo a Tatín segundos:
 Todos de nariz payasos albiroja;
elefantes todos por lo rotundo,
pero con un solo maestre, el cual si enojas
a las supremas te echa bestias fieras.
Yo viendo aquí que lo que faltaba era
entre tanto payaso tragadora
mediando vaca y media hecha churrasco,
como buena cenadora, yo sin asco,
chuculum con la astilla tenedora”.

http://www.primerahora.com/senadoralornnasotofueoperadaexitosamente-480902.html
 Laberinto de Maleza...1
Pitirre 1: Desde que aquí se trompeteó belleza,
amigo, requete ando confundido
tanto así que no sé decir qué es nido
ni si tras de tantas pajas hay cabeza.

Pitirre 2:Socio, entiendo la duda que confiesas,
que tanto embeleco no se ha urdido
desde que el de hilo bollo fue extendido
en el de Creta laberinto, ¡qué proeza!

P1:Hermano, soy pitirre y no Teseo;
mi paso esta madeja no endereza.
Botao ando en laberinto de maleza,
que de escapar no cumplo mi deseo.

P2: Mejor déjale a Dios este misterio,
que ni aquí hay persona humana que explique
ni aun pitírreo pico que replique
de espantapájaros este cementerio.





Bien hasnos rebajado...
Libras perdió, dietas ganó, el Arango.
¿Quién esta paradoja entender puede,
que dizque el pantalón flojo le quede,
muslo y bolsillo más apretaos que un tango?
Así funciona, nos confiesa orando,
“Jaimito, de los chichos la salida,
Jaimito, tú nos enseñas que comida,
si otro paga, rebaja manducando.
Jaimito, que bien hasnos rebajado.
Jaimito, tú que bien hasnos instruido.
Jaimito, tú bien hasnos sugerido,
más billete cabe en bolsillo holgado.
Que si antes no me cabía ni un sencillo,
por ti ahora to el erario embolsillo”.

http://spotlight.vitals.com/2011/04/dr-jaime-salas-helps-puerto-ricos-officials-get-in-shape/ 

Saturday, September 17, 2011

La piononificación del porcino fortuño.

 Arriba: Radiografía de la chola fortuñista después de la piononificación.

 La piononificación del porcino fortuño.

Quiero machacar en la memoria lo que ocurrió la víspera  del 4 de noviembre de 2012, inicio de una era, que si bien no fue ni será afortunada, sí que sí será felizmente desafortuñada. Quítense la cerilla, paren las orejas y oigan lo que les contaré, oh amigos, amigas y hasta ustedes asquerosos tubérculos, parientes socatos del ñame burro quienes con guindante corbata invaden la casa de las bastardas leyes. No me detendré ante el farifo miedo ni ante el favor blandengue que tanto los cosquillea. Lo que cuente será la puritita verdad sin barniz ni miel de abeja. Si alguien buscara las fuentes de las ásperas verdades que aquí consigno, no le responderé, a no ser que me salga del nabo hacerlo. ¿Quién, en efecto, habría de obligarme a fuerza de choque y mojigata prohibición?, cuando sé muy bien que fui liberado de la afortuñada calamidad el día en que murió aquél que hizo verdad de este dicho: “such is life; no todo el mundo nació tan afortuñado.” Si me diera la regalada gana de contestar, diré lo que primero me venga a la lengua (que sucio será por la porcandad del sujeto en cuestión). ¿Quién rayos le ha pedido alguna vez a los historiadores que juren sobre la madre que los parió que dicen la verdad y nada más que la verdad? Sin embargo, si  fuera necesario citar la autoridad en la que se basa esta vaina, vayan y pregúntenle a Séneca que consignó la cojeante ascención del gago emperador Claudio. ¿Qué pasa? ¿Necesitan  una autoridad un chispito más actualizada? Pues los mando a que vean la Revista  del führer Rivera Sheisse, donde se documenta la descención de los cielos del mesías  Pedro T. Rocé Yo, tras  aparatosa y mortal caída de su mesiánica grúa, y  la aún más reciente piononificación del porcino Fortuño,  quien, habiéndose reventado un par de tripas mediante la pudorosa cancelación del setenta por ciento de los fondos de un peo, se encontró la cabeza hecha un pionono repleta del peorreo gas letal y estiró el contrato,  porque ya había empeñado las cuatro patas en las que andaba. Diré lo que, según la Revista del führer Rivera Sheisse,  acontenció en el suelo y en el cielo el día en que el porcino Fortuño se piononificó. Échenle entonces la culpa al führer Rivera Sheisse por toda la guaza que aquí encontrarán.
Del  Caribe el caluroso invierno
se había fumado la nieve hasta el cabo
que el Periquillo Santini trajó en el rabo
aleteando desde las pailas del infierno.
Había dejado al diablo endiablado
pues le llevó toda la caspa con el pico
el cual teniendo un roto no muy chico
dejó a San Juan, cual mayorca, empolvado.
Ésta es San Juan, la tierra del Perico,
chilló Santini con pecho de paloma,
ya que la muerte de Fortuño se asoma,
seré el pichón de todo Puerto Rico.
Luego empolvó el cuartel de policía
y celebraron a macanas  noche y día.
Creo que me van a entender mejor si machaco que el mes era Noviembre y el día el cuarto. La hora exacta, ésa sí que no se la puedo decir, porque ya en este punto no había presupuesto para relojes, pero se sabe que estaba en tres y dos al momento de la piononificación. ¡Qué jibarería!, acaso dirás. Todos los poetas suelen describir cosas bonitas y completas y tú estás brincando de tema en tema como cabro de costa de mogote en mogote. Pido paciencia, que al describir cabros tan grandes como éstos,  a uno no le queda de otra que berrear. Y si no vean como berreó el Führer Rivera Sheisse cuando se enteró de la operación Macanas  del Periquillo Santini.
Ya  el sol en el mar se había hundido
cuando el Führer Rivera se enteró
de la caspa que al Diablo le robó
el Periquillo Santini, el muy bandido,
Berreó más que un cabro que, aunque macho,
le haya tocado parir contra natura
tres corderos de larga envergadura
poco blandos, menos lana, mucho cacho.
Luego sacando buche y pluma,
botando por el pico mucha espuma,
le declaró la guerra al Periquillo.
De supermán se puso el calzoncillo,
encima de un leotardo azul y blanco;
cual capa la pecosa ondeó a su flanco.
Ya  Fortuño empezaba a destituir su alma pero como le era tan cara asesora  como que se le hacía demasiado difícil despedirla. Entonces, la insigne, aunque olvidada, diosa romana Caca  quien sola solita apreciaba su caquífice ingenio, le pellizcó un brazo a la Muerte y sacándola aparte le dijo:¿Por qué no lo despachas, dama desalmada, que si  a ti se te considera la más jincha entre los inmortales, éte qu’etá aquí pujó, repujó y, en muchas otras maneras, se esforzó por ser el más blanquito de los mortales, que hasta le aumentó el período lactivo a los mocosos pa que se les contagiara aunque fuera un poquito lo blanquito de la leche? Ya llevas  cincuenta y dos años torturándolo con su mísera vida. ¿Qué rencor le guardas a él y a la República que lo parió? Lo qu’ hagamos ahora y para siempre quedará en los anales y hasta en los ombligos de la Historia. Haz  lo que debes:
¡Muerte, dátele, Muerte!
Pero la muerte contestó: Juró por ti, oh diosa Caca, y hasta sobre el templo de tu prima, la diosa Cloaquina, que planeaba darle otro cuatrenio para acabar de rematar  los pocos empleos, las ralas artes, y hasta las escasas  buenas noticias que quedaban, porque éste encontró las vacas  flacas, y  les prostituyó el pellejo, les privatizó las pezuñas, les censuró los mugidos, les blanqueó las manchas negras, les dió títulos de propiedad por los cuernos y luego se los confiscó, y no le dejó ni el cepillo de pelos de la punta del rabo a la gente pa que se espantara las moscas.  Sin embargo, como quizás todavía sean buenos los huesitos chupaos de las vacas que quedan para hacer una sopita y, porque tú me lo pides, hágase la muerte. Luego sacó la muerte cuatro muertes chiquitas de un pote, una de Pedro T. Rocé Yo, una de Rubén Berreos, una de Anibál Acepedo Viral y la última del porcino Fortuño. En un año les daré la pequeña muerte a estos cuatro en cortos intervalos, pa que aquél no se vaya solito, y es que estuvieron juntos en tantas papeletas que lo más que conviene es mandarlos juntos al infierno.
Así habló la óptima Muerte
ya persuadida por la diosa Caca
de despachar al porcino huele estaca,
chupa matress,  Fortuño, preñagatas.
Quedó la muerte más que bien cegata
de la ira, la indignación,
el asco, la impotencia, la emoción
y, en arroz y habichuela, estreñimiento
que por absurdas y tan obvias razones
le causó el muy raro asentimiento
a las de la diosa Caca peticiones.
Presento ahora sus cavilaciones.
Aquí sí que me chavé;
por catálogo mandé
que así me despacharan
y tras de eso obligaran
al pobre infierno a feos diablos recibir.
¿Qué irá el Diablo a decir
cuando tanta competencia vea llegar?
¡A mí me va a culpar!
Y es que no es uno, ni son dos ni son tres
sino son cuatro que llegan por la prez
de la famosa, roma, Caca ,diosa.
Estos diablos son la más cornuda cosa
que jamás haya parido diabla o mujer.
Que Dios coja confesa’o a Lucifer,
que será un niño de teta este caído
al la’o de estos bandidos.
¿Quién diablos al Diablo seguirá,
cuando ahora haya cuatro diablos más
y cuál de los cinco es más diablo?
¡La lucha surgirá!
¡En vano no hablo!
Allí las pailas le van a privatizar;
los  caballos a los apolípticos jinetes
les van rápido a robar.
Por sacarle billete,
el grinche al diablo le van a empeñar.
Habrá allí demonios rojos y con pava,
demonios azulejos,
y verdes demonios, chava que chava.
Conviene, pues, elegir al más pendejo
con cuidado y con celo
y mandarlo pidiendo pon pal cielo.
¿Pero cuál será el más menso animal?
¿Puerco Fortuño? o ¿Asno Anibál?


Asamblea Coquicua a favor de las expresiones de Calle 13.


 Asamblea Coquicua a favor de las expresiones de Calle 13.
Ante las afortuñadas amenazas ambientales, habiéndole dado el gobierno muy flácida trata cálzica al área cársica, diciéndole al corredor del nor-éste es, y habiéndose puesto en peligro la entera estirpe coquicua, se reunieron los coquíes un día en asamblea a dilucidar su escaso futuro. Uno de ellos que había emigrado hasta una ventana miami con acceso a televisión, internet y otras amenidades, se puso a contar los sucesos que habían dado pie a su futura moción y así las cantó:
    -En esta reunión en que a todos los veo moquibajados quiero aprovechar para contarles unas cosillas que me han hecho saltar pa fuera mis saltones ojos. Y es que según las conversaciones que oigo desde mi ventana y, como otros de ustedes ya estarán bien enterados, las cosas no andan bien en este país en que todos cantamos. He visto por las rendijas que los dueños de mi ventana andan más pelaos que rodilla de cabro, chillando todos por una desgraciada criatura que les tiene los bolsillos rotos y no sé qué más. Tan flacos por las pérdidas andan que los mosquitos ya ni entran en su casa, porque parece que alguien ya les tiene todita la sangre chupá, y esto me tiene a mí peor que a  ellos, porque me han sacado los mosquitos de la boca. Y eso soy yo, que vivo en una ventana, que según me han cantado mis primos y familiares que todavía viven en las hojitas, allí está peor. Allí quieren hacer hoteles pa gente que no les gusta oírnos cantar. Quieren arrancar hojas y sembrar postes, gasoductos, carreteras y casas sin permiso ni aviso. Quieren cambiarle el camino que siguen los ríos y dejarnos sin ni el rocío que nos llegaba por carambola. Quieren expropiarnos hasta las raíces donde a falta de otra cosa nos refugiabamos. Y con todo esto, juro por la madre que puso el huevo del que nací, que coincido hasta en mi más íntima humedad con las palabras de un tal Calle 13, al que vi hace unas noches desde mi ventana, y que le llamó a la criatura responsable de nuestra desgracia  con gran muestra de sinceridad, por no decir precisión, hijo de la gran puta. Tanto me conmovió la sencilla verdad que cobijaban sus palabras, que, sorprendido, en ese mismo momento, en vez de salirme nuestro tradicional coquí-coquí, me salió de mi coquicua alma cantar hueputa-hueputa. Al oírme cantar mi nuevo canto, los dueños de mi ventana aplaudieron con extraña emoción, asintiendo a cada sílaba que había salido de esta boquita mía. Tanto así que jamás vi a persona humana acercarse más al verdadero sentimiento coquicua que mis ventanales auspiciadores en ese hueputa momento. Creo, pues, que la hermandad entre humanos y coquíes es hueputamente posible. Y propongo que, en honor de ese momento y en repudio a tan nefasta criatura como lo es el gobernador, que el cambio de coquí a hueputa se haga oficial entre nosotros y que todos, de este modo, empecemos a cantar verdades tan genuinas y sinceras.
    Tras tal discurso la gran mayoría de la asamblea coquicua se unió en un canto hueputa, llevados por la emoción y la sensatez de tan bien informado miembro. Uno de ellos, sin embargo, no queriendo faltar a la mejor tradición coquicrática, decidió expresar su objeción ante el consenso general. Y así las cantó.
    -Hermanos coquicuas, en esta ocasión permítanme disentir, pues siempre hay espacio para ello en nuestras asambleas. Bien sabidas tengo las expresiones del tal Calle 13. Pero no menos sabidas tengo las palabras de la resolución 77 de la cámara de representantes, la cual impone que el epíteto hueputa, no debe “ser repetido ni imitado por ningún otro ser viviente en la Isla o en otro país”. Irá contra la ley nuestro propósito, pues, sin duda, nos aplica tan estricta y chiringuita resolución, que aun a las matas del campo y a los microbios de los toiles les da un tapaboca.
    Otro molesto coquicua decidió añadir a esto:
    -A la verdad que entre coquicuas nunca falta un huelestaca. Si eso dice esa resolución, saquemos otra resolución nosotros en la que declaremos hueputa a tos los miembros de esas puercas cámaras y a su hueputa comandante.
    Ante lo cual, intervino el primer coquí, cantando:
    -Secundo la moción de publicar una resolución. Pero enfoquemos nuestros hueputas cantos en el gobernador, que, si bien este entero gobierno muy bien merece el nombre hueputa, perderíamos el énfasis que nuestro repudio quiere mostrar. En cuanto a la objeción aquí expresada, debo decir que aprecio tu preocupación camarada coquicua. Sin embargo, es nuestro deber combatir la injusticia a la par que el ridículo de los caprichosos fabricadores de una censura que le falta tan grandemente a la verdad.
    Todos los coquicuas cantaron ahí hueputa en las alturas y aprobaron las mociones correspondientes.
    Al otro día envió la asamblea coquicua la siguiente resolución a los medios.
RESOLUCION DE LA ASAMBLEA COQUICUA EN CUANTO AL CAMBIO DE POLITICA CANTORA
    La asamblea coquicua ha aprobado por unanimidad el cambio de nuestro tradicional coquí-coquí a hueputa-hueputa. Queremos que este cambio no se preste a ambigüedad. Por la destrucción de nuestros hogares coquicuas, por el descaro y el abuso, en desafío a resolusiones que censuran la más sencilla de las verdades, coincidimos con las expresiones de Calle 13 y dirigimos nuestros hueputas al gobernador de Puerto Rico por las razones anteriormente expresadas. Más aún, exhortamos a todos aquellos que han disfrutado de nuestro canto que hagan lo propio, y lo propio no es más que unirse a Calle 13 y a nosotros en este hueputa momento y cantarle la verdad a este gobernante. Muchas gracias.
    En todos los campos y pueblos, en todas las bañeras y ventanas, en todos los árboles y paredes, y en todos los corazones coquicuas sonó entonces el canto hueputa-hueputa. Hubo alguna cobertura mediática. Pero todo no pasaba de un pequeño escándalo hasta que La Comay le dedicó su primer programa y entonces el gobierno se vio obligado a prestarle atención a un problema que en labios de Kobbo se había convertido en un asunto de la más profunda seriedad. Fortuño entonces decidió crear un comité especial para encargarse de la crisis hueputa. Y así comenzó su cháchara.
    -¡Señor gobernador! ¡Señor gobernador! ¿Qué hacemos? ¿Qué hacemos? ¡Señor gobernador!, señalaron los asesores a coro.
    -Pensemos, respondió colocándose el puño bajo la barbilla el señor gobernador.
    -¿Qué?, replicaron los confundidos consejeros.
    -Pensemos, ratificó el señor gobernador.
    -¿Qué?, sintieron la necesidad de sugerir los asesores.
    -Pensemos, sin dar lugar a dudas confirmó el señor gobernador.
    -¡Ah!, aconsejaron los consejones a sueldo.
    -¡Muy bien!, felicitó el señor gobernador.
    -¡Señor gobernador! ¡Señor gobernador! ¡El gasoducto y esto! ¡Señor gobernador!, abundaron los billetales consejales.
    -¿Jum?, inquirió el señor gobernador.
    -¡Señor gobernador! ¡Señor gobernador! ¡Elecciones, gasoducto y esto! ¡Señor gobernador!, disertaron los bien pagados analistas.
    -¡Genial!, celebró el señor gobernador.
    -¡Ajá! ¡Señor gobernador! ¡Buena idea! ¡Señor gobernador!, asintieron los acomodados consejeros.
    -¿Si soltara gas el gasoducto, mataríamos los coquíes? ¿No?, sugirió el señor gobernador.
    -¡Brillante! ¡Señor gobernador! ¡Sólo un detallito! ¡Señor gobernador! ¿Y la gente? ¡Señor gobernador! La gente vota. ¡Señor gobernador! El gas es venenoso. ¡Señor gobernador! No quedarían votantes. ¡Señor gobernador!, respondieron iluminados los asesores.
    -¡La gente! Digo, ¡los votantes! ¡los votantes! ¡Maldición! ¡Si tan sólo se ganaran las elecciones sin votantes! Pero entonces ¿qué podemos hacer?, añadió inquisitivo el señor gobernador.
    -¡Google! ¡Señor gobernador! ¡Google!, opinaron los buenos consejales.
    -¡Excelente! ¡Por eso les pago!, respondió emotivo el señor gobernador.
    Semanas después, tras profundo análisis y pormenorizada investigación, retornaron los asesores con la primera página de su búsqueda de Google impresa, cuyo primer resultado había sido subrayado con un marcador azulito. La banderearon ante la carota gobernante y ésta, forzada a leer, gritó por su boca de comer:
    -¡Profesional! ¡Eureka! ¡Dios bendiga la inventiva Hawaiiana! ¡Imitemos un estado! Se matan estas ranas con cafeína. ¡Compremos café! ¡Despachemos a estas vulgares ranas!  ¡Salvaremos la industria del café puertorriqueño! ¡Si tan sólo Calle 13 tampoco tolerara la cafeína! Pero, en fin, no se puede tener todo en la vida. De aquí a un tiempo, cuando las generaciones futuras examinen este tiempo más allá de matices partidistas, reconocerán que éste que está aquí fue quien salvó la economía por todo el café que habrá que comprarnos a nosotros mismos. ¡La prensa selecta!  ¡La prensa selecta!
    Llegó la prensa selecta. Habló Fortuño. Le comieron el cuento y se lo vendieron al resto. Días después, con pasmosa diligencia, compró el gobierno la entera producción de café puertorro, contrató una agencia privada que se encargó de conseguir los necesarios recolectores, se crearon miles de empleos, se procesó con éxito la cafeína, llovió café en el campo, ya no hubo coquíes. Sólo unos cuantos seres humanos denunciaron el verdadero esquema gubernamental. Las protestas fueron disipadas puntualmente.
    Frente al Capitolio se cuenta que uno de esos jíbaros nostálgicos se quejaba lastimeramente, porque dizque no podía dormir sin los coquíes que le cantaban cada noche desde su ventana. Se dice que un grupo de hombres y mujeres que pasaba por el lugar, escuchando su borincano lamento, se indignaron ante su falta de propiedad ciudadana, y con estas palabras lo instruyeron en las vitudes de la corrección política:

-¡Pero chico! ¿Qué tú quieres? ¡Estaban hablando malo!